Hay lugares que te atrapan, te conquistan y de repente te enamoras, y eso me ha ocurrido con Altea, una villa marinera, blanca como un pastel de merengue, empedrada y escalonada hasta subir a su cúpula azul, reflejo del mar mediterráneo. Por sus calles estrechas se respira calma, la que transmite el corte azul del mar, fachadas encaladas, hoteles con encanto, restaurantes, tiendecitas, terrazas, miradores… Un lugar que te pide volver, y por qué no, quedarte.. Un lugar donde se detiene el tiempo y te abandonas a los sentidos, al romanticismo… Sin duda el lugar más coqueto de la Costa Blanca.
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Precioso Altea! las fotos una maravilla,dan ganas de ir.
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